A nadie escapa que el modelo de las cajas de ahorros era una herramienta esencial de 
inclusión financiera para amplias capas de la población y territorios que despertaban menor interés en los 
bancos tradicionales. 
Los procesos de concentración y reestructuración llevados a cabo han ocasionado también la 
reducción, cuando no desaparición, de la Obra Social de las cajas de ahorros, que llegó a superar los 2.000 
millones de euros anuales, con el consiguiente deterioro de actividad asistencial, que no está siendo 
reemplazada por actuaciones públicas, más aún en el entorno actual de recortes y ajustes presupuestarios.
El contexto actual debe ser decisivo para cambiar las prioridades de la acción social de 
las cajas; no puede obviarse el incremento del número de personas en riesgo de exclusión social y la 
disminución de prestaciones derivadas del Estado de Bienestar.
Pero ya no somos cuatro cajas, somos un banco. Un banco que, según podemos leer en su 
página web, está comprometido y es socialmente responsable, por lo que no pierde de vista a las personas y 
que quiere ser capaz de invertir y devolver más a la comunidad a la que se debe.
Nadie puede prever una catástrofe, es cierto, pero sí puede decidir qué hacer para 
minimizar sus consecuencias más allá de líneas de financiación vinculadas a explotaciones agrícolas o 
ganaderas. Por desgracia, las oportunidades para comprometerse verdaderamente con las personas en su 
territorio de actuación no faltan. 
Pero también hay que mirar de puertas a dentro. Una empresa que aspira a ser socialmente 
responsable no puede tolerar que se imponga un modelo de recursos humanos que ha perdido el respeto hacia su 
plantilla, en el que los mandos intermedios actúan como capataces de otras épocas más que como  
verdaderos gestores de un grupo de personas. Y es que en este cortijo faltan líderes y sobran perros de 
presa.  
Desde aquí emplazamos a la dirección de BMN a asentar los pilares de una verdadera 
responsabilidad social presente en toda la organización e incorpore a todos los grupos de interés* en su 
desarrollo.

* Se entiende por “grupos de interés” aquellas entidades o individuos a los 
que pueden afectar de manera significativa las actividades, productos y/o servicios de la organización y 
cuyas acciones pueden afectar, dentro de lo razonable, a la capacidad de la organización para desarrollar con 
éxito sus estrategias y alcanzar sus objetivos.
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