Compañeras y compañeros:
Aunque sabemos que muchas de vosotras y vosotros no vais a leer estos
párrafos, el miércoles hay elecciones sindicales en BMN. Cuando llega ese
momento siempre hay mucho ruido. Tanto ruido que es difícil escuchar los
susurros del eco de un trabajo continuo.
Nosotras, nosotros, sindicalistas, nos sumergimos en un montón de contradicciones. Es un sector donde el dinero es la materia prima y eso lo mancha todo. Además la empresa pone mucho empeño en individualizar y separar los intereses metiéndote en cajitas y tarjetas de visita diferentes. En ese entorno demasiadas veces la personalización y el "cómo está lo mío" son las campanas que suenan en la plaza cada día. Es una música de fondo. Parece que no está, pero suena constantemente. Así hacen más difícil meter “pegamento colectivo ideológico” en esos huecos.
Y aun así, las candidatas y candidatos de CCOO jugamos en un equipo que
todavía sueña todo los días. Cuando juntamos toda nuestra ilusión
deslumbramos. Sentimos lo que hacemos y sentimos lo que decimos. Incluso
cuando nos equivocamos lo hacemos con el alma en la mano. Y pedimos disculpas
si en el camino perdimos tacto, perdimos la sensibilidad para poder gestionar
la rabia.
Sentimos pasión por lo que hacemos. Representar a los compañeros y
compañeras no deja de ser una carga de responsabilidad con toques de cierto
honor. Suena a poesía ideológica pero suena así porque el día a día
resquebraja la épica de lo cotidiano. Porque todo lo evidente acaba por ser
invisible y después de cada intento electoral nos consuelan los números. Mirar
una cifra y sentir que hay gente que cree en nosotras y nosotros, en lo
que representamos.
No vendemos sonrisas. Es verdad. Regalamos intensidad, entusiasmo, lucha y
una sacudida de firmeza. Regalamos todo lo que somos, nuestros
pensamientos, lo que hacemos, lo que escribimos. Todo a lo que nos atrevemos.
Reclamamos idealismo y justicia. No somos una moda, ni lo seremos nunca, porque
los principios en los que creemos son eternos.
El miércoles votas siglas, ideas y personas. Ninguna de esas tres cosas por
su cuenta vale la pena. Solamente las tres cambian el mundo cuando van
juntas. Por eso seguimos en pie a pesar de todo el barro.
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